EL
MAESTRO Y EL DISCÍPULO
Introducción
al discipulado
Marcos 16
15Y
les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
Mateo 28
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
“Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado”
He aquí una orden olvidada, una demanda que se ha dejado de lado, que es la
más importante para la vida cristiana,
hablamos de “la enseñanza”, de la instrucción doctrinal y rudimentaria en todas
las áreas de la vida cristiana.
Hoy en día es lamentable ver que la
Iglesia haya dejado de predicar el Evangelio, para dedicarse al montaje de
escenarios con sus shows musicales y abominables espectáculos con lo que
pretenden ganar adeptos a su religión de entretenimientos. La mayoría de las
demoninaciones solo proponen la música, las coreografías y cualquier payasada
como estrategias de atracción, luego inventan sanaciones, y predicas que hablan
de prosperidad y autoestima, y utilizando la sicología y las ciencias
conductistas apelan a la parte emocional de las personas, las hacen llorar y
luego les hacen hacer de forma general esa mentirosa y antibíblica “oración de
fe” y les engañan diciendo que ya son todos “salvos siempre salvos”. Y al final
los predicadores solo recogen el dinero mendigado y se van abandonando a las
personas. Y las personas pasan a formar parte de una congregación en la que
nunca se las discipula, sino solamente le ofrecen un show de fin de semana con
música, danzas, luego una simple predicación que no habla de nada, luego la
mendicación de dinero para un ministro que no trabaja y no hace nada por la
Iglesia y hasta el otro fin de semana, y así es la trágica vida de una persona
que se hace llamar cristiana, pero que de Cristo y de sus enseñanzas no sabe
nada. Y lo peor de todo esto, es que muchos cristianos piensan que eso está
bien, que esa es la forma para ir al cielo, que así debe hacerse y lo proponen
como plataforma olvidando el ejemplo del Señor Jesús y de todo lo que se expone
en las Escrituras.
Esta meditación es una exhortación
para la Iglesia, un llamado al arrepentimiento en su manera de obrar, para que
dejen de engañar y se vuelvan al modelo bíblico, al modelo de Jesús y sus
apóstoles.
La Iglesia no debe nunca olvidar que
la Obra primordial de Cristo Jesús es la predicación del Evangelio más el
discipulado con el Evangelio. El discipulado es una formación necesaria, que
tiene que aplicarse a toda las personas que entran a formar parte de la Iglesia.
La Iglesia no solo tiene que predicar
sino que también tiene que discipular. Cada nueva criatura que nace en Cristo
Jesús debe ser alimentada de la leche Espiritual para que por ella crezca para
alcanzar la salvación (1 Pe 2:2), cada nuevo
integrante de la familia de Dios tiene que ser discipulada, tiene que ser
instruido en la totalidad de las Escrituras, no basta con predicarle un par de
horas, hay que hacerle un profundo seguimiento, enseñándole todas las cosas que
ha predicado el Señor Jesús, para que pueda vivir una vida en santidad, de eso
se trata el Evangelio.
Es mediante el discipulado que se
mantiene vigente el Reino de Dios en el mundo, por la cual se mantiene la
Iglesia como fuente principal y soporte para los nuevos hermanos que necesitan
ser edificados.
Podríamos considerar analógicamente
que la Iglesia es el edificio de Dios (1 Co 3:9)
y los discípulos los “albañiles y constructores” (1
Co 3:10) y el Espíritu Santo, es decir el Señor Jesucristo es el
arquitecto, el ingeniero, el jefe que dirige la Obra de Dios (Jn 5:17).
Ahora bien, el Señor y dueño de la
Obra ha encargado que la Iglesia se edificada Espiritualmente. Pero ¿Qué
pasaría si en el edificio no hay albañiles?, o ¿Qué pasaría si los albañiles
cesaran sus tareas y se dedicaran a tocar instrumentos, a cantar y hacer
fiestas, danza, shows, payasadas? ¿Qué piensan que haría el dueño de la obra si
viniendo no hallara el edificio, no hallara paredes ni techo, solo materiales
sin uso? ¿Qué haría con esos albañiles? ¿Qué
pasaría con la Iglesia si no hay discipulado?
Es lamentable que la Iglesia de hoy
entre tantos errores cometidos, el más grave de todo sea el haber dejado de
lado tan grande mandamiento que es el motor de la preparación de obreros para
la mies (Mt 9:37), para la edificación
Espiritual de la Iglesia y para la expansión del Reino de Dios (Mt 10:7-11; Mr 16:15).
La Iglesia ha olvidado que el
discipulado es en definitiva el “corazón” y el “sistema nervioso” del control
del Cuerpo que es la Iglesia y que el Señor Jesucristo es la Cabeza, la máxima
autoridad en la Iglesia (Ef 4:15).
Es realmente triste y angustioso ver
que hoy en día “el discipulado” se ha convertido en una tarea optativa, una
alternativa secundaria, o adicional para el cristiano, y lo peor es que el
discipulado actual carece totalmente de sana doctrina y está muy por fuera de
las Escritura y de la ley Espiritual.
La enseñanza cristiana de hoy está
manipulada por todo un sistema religioso que mediante sus instituciones
(escuelas, universidades, seminarios, congresos, etc.) controlan a los
cristianos intelectualmente insertándoles metódica y sutilmente doctrinas
humanas por encima de las verdades bíblicas, por esta razón la mayoría de los
que salen de estas instituciones están llenos de doctrinas preconcebidas (tales
como el unitarismo, trinitarismo, dualismo, calvinismo, arminianismo,
tribulacionismo, pretribulacionismo, postribulacionismo y todas formas
religiosas terminadas con ismo, etc) que solo son doctrinas divisorias,
doctrinas fraudulentas impuestas intelectualmente, para que los cristianos se
conviertan en filósofos o teólogos de estrategas que solo se la pasan
inventando palabras y cosas con cierto sustento bíblico, estimando que tienen
derecho o autoridad por el simple hecho de recibir un papel firmado por una
institución puramente humana y diabólica que los avalan a tener dominio
intelectual sobre los demás.
Es realmente canalla que las
instituciones religiosas evangélicas monopolicen y vendan las enseñanzas,
obligando a las personas a pagar altas cuotas y tributos económicos por un
papel con el que intentan categorizar humanamente a hombres necios e indoctos
de las Escrituras con el “título de ministro, pastor, profeta, apóstol, escatólogo,
phd, seminarista, conferencista, etc.. ”; Es realmente vergonzoso que para
trabajar en la congregación una persona tenga que pagar por instrucción
religiosa que para peor no son bíblicas y así disponerlas intelectualmente
sobre las demás sin importar los requisitos y las exigencias que según las
Escritura debe tener cada obrero de acuerdo al servicio a prestar.
El objetivo de esta meditación es
rescatar por lo menos los valores más importante de un discipulado y despertar
a celo a que la Iglesia retome tan grande e importante ministerio como es el
discipulado y escape de las estructuras religiosas totalmente erráticas
(de-ambulantes) llenas de fábulas y
doctrinas preconcebidas que solo se interponen y detienen el crecimiento
Espiritual de los cristianos de la Iglesia.
¿Qué
es el discipulado?
Al margen del significado y del hecho
de que el discipulado se considere como la instrucción y la enseñanza que un
aprendiz recibe de su maestro, en realidad el discipulado es un “proceso” en el
tiempo en el que una persona (el aprendiz) asimila, practica y perfecciona las
enseñanzas de su (maestro) y que el objetivo del mismo es hacer del aprendiz
uno similar a su maestro.
En un sentido Espiritual, el
discipulado es el proceso con el cual se convierte, se clona, se imprime la
totalidad de las enseñanzas del Gran Maestro y Señor Jesucristo sobre el
cristiano. A esto se refiere el Señor mismo y Pablo:
Mateo 10
25Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al
padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?
Efesios 4
13hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
1 Corintios 2
15En
cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas
nosotros tenemos la mente de Cristo.
Para que al final nuestra boca
confiese:
Galatas 2
20Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.
Lo primero por destacar del
discipulado, es que el mismo no consiste en hacer discípulos de hombres o de
instituciones religiosas, sino de Cristo. Esto contradice la postura de las
religiones y de los actuales ministros puestos que tales no son formados por
Cristo Jesús, sino que están avalado o acreditados por escuelas humanas.
A su vez el discipulado en Cristo
Jesús no consiste en hacer de una persona un maestro bíblico sino un maestro
del bien.
Otra característica importante del
discipulado, es que el mismo no opera para la gloria o engrandecimiento de los
hombres sino para la gloria del Señor Jesús.
En el discipulado no hay créditos para
el hombre, no está permitida la fama, ni la popularidad, tampoco está permitido
el dominio intelectual, ni el enriquecimiento.
El discipulado está basado en la
sencillez, la humildad y la discreción (Pr 2:10-12;
11:2; 29:23).
¿Por
qué el discipulado?
El discipulado desde la antigüedad ha
consistido en la transmisión de enseñanzas, rudimentos, prácticas, costumbres,
tradiciones de generación en generación. Podemos leer en el Antiguo Testamento
que la transmisión de la ley se hacía mediante el discipulado (Dt 4:9)
El Señor Jesús también aplicó el
discipulado como medio de formación y no lo hizo por capricho, pues sabemos que
el Señor Jesús no hizo según su voluntad sino según la Voluntad del Padre (Jn 5:30), así que el “modo” es por la Voluntad
del Padre, y es también la manera que había sido anticipada proféticamente:
Isaias 55
4He
aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a
las naciones.
Isaias 8
16Ata
el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.
Obviamente el discipulado tiene dos partes que interactúan en todo
tiempo: El Maestro y el discípulo.
EL MAESTRO
El vocablo “Maestro” traducido del
griego (didaskalov, “didaskalos”, [1170] maestro, (de didaskw, “didasko", [1171] enseñar), es la que se usa en los
Evangelios para calificar al Señor Jesús como instructor de doctrinas (Mt 8:19; Mc 4:38; Lc 3:12).
En casos particulares, la mayoría de los traductores de las
Escrituras, como ser en Jn 1:38 mantuvieron la
raíz hebrea-aramea “Rabí”, en vez de
traducir “maestro”; Rabí era un término galileo arameo derivado de “Raboni” como en Jn
20:16 (aunque actualmente hay discrepancia con el origen del mismo).
Los discípulos de Jesús se encargaron de escribir la vida y el
propósito de Jesús, como también las enseñanzas necesarias para todo cristiano.
Reconociendo quien es Jesús y entendiendo cual fue su propósito
entenderemos el nuestro, porque debemos tener el mismo sentir en cuanto
humillación y entrega.
Filipenses 2
5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también
en Cristo Jesús,
No se debe nunca olvidar que el
Maestro en el discipulado de la Iglesia es el Señor Jesucristo, no los hombres
sino para siempre el Señor Jesucristo. A pesar de no tenerlo físicamente el
Maestro está presente en Espíritu siempre enseñando y recordando todas las
cosas.
Juan 14
26Mas
el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Mateo 28
20enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Amén.
Y es también quien nos usa:
Lucas 12
12porque
el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.
El Señor Jesús es el Maestro no porque
otros lo hayan dicho o reconocido como tal, sino que Jesucristo mismo da
testimonio de serlo (Mt 23:8):
Juan 13
13Vosotros
me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Y aún Dios ha dado testimonio de Él
Marcos 9
7Entonces
vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es
mi Hijo amado; a él oíd.
En tiempos de Jesús, había una
modalidad a modo de tradición y costumbre en el pueblo judío, que aquellos que
fuesen instruidos en la ley dada a Moisés llegasen a ser maestros, escribas,
intérpretes y doctores de dicha ley con el fin de ser aptos para juzgar a la
sociedad en sus conductas, costumbres y disciplinas.
Un buen maestro era reconocido
primeramente por sus enseñanzas y su sabiduría para resolver casos a veces
extraordinarios que ocurrían en la sociedad judía. Un maestro en tiempo de
Jesús estaba muy ligado a la religión judía, debía tener reconocimiento del
sanedrín (tribunal religioso) que lo habilitaba para enseñar en las sinagogas.
Ser un maestro era quizás el cargo más
alto que podía aspirar un judío como instructor de la sociedad.
Obviamente no había un maestro sin
aprendices. Se sabe que en la sociedad judía se instruían a los niños desde
temprana edad pasando por diferente etapas de aprendizaje, cuando se era un
adolescente se le instruía más severamente y también se le enseñaba un oficio
artesanal que entre los judíos los más básicos eran la carpintería (Mt 13:55), hacer tiendas (Hch
18:3), alfarería, artesanía en general, producir miel, aceites, perfumes,
etc, y como último recurso se aprendía de manera general ser pastor de ovejas.
Consideramos que el Señor Jesucristo en su etapa adolescente aparte de aprender
el oficio de carpintero (Mt 13:55) debía
haber pastoreado ovejas de otra manera no estaría familiarizado con el servicio
(Jn 10:11).
Posteriormente un joven buscaba como
referente un maestro a quien seguir, pero para ser aceptado como aprendiz debía
pasar ciertas pruebas o cumplir ciertos requisitos según lo imponía cada
maestro, es decir que en el mayor de los casos ser discípulo de un maestro
reconocido automáticamente recategorizaba a sus seguidores. Por ejemplo se sabe
que Saulo o Pablo era discípulo sentado a los pies de Gamaliel (Hch 22:3; 5:34) un fariseo liberal, principal del
sanedrín y reconocido por el pueblo y que era posiblemente de la escuela de
Hillel, obviamente posteriormente lo tuvo por basura para seguir al Verdadero
Maestro, al Señor Jesucristo (Flp 3:8).
Ya en el tiempo de Jesús muchos esperaban
expectantes al Mesías y se levantaron hombres tanto dentro como fuera de la
religión judía que en muchos casos también fueron reconocidos como “maestros”
del vulgo.
En las Escritura podemos ver a Juan el
bautista que también tenía discípulos (Jn 3:25;
4:1; Mt 11:2).
Entre todos los maestros de aquel
tiempo, se levantó el mejor Maestro de todos los tiempos, el Señor Jesucristo
del linaje de David, de la ciudad de Belén que había de ser conocido como
nazareno. Jesucristo no fue solamente un maestro doctrinal sino que
primeramente fue un hombre que practico y vivió según la ley sin tener pecados
y sin pecar (Jn 8:46; 2 Co 5:21; 1 Pe 2:22)
Hechos 1
1En
el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a
hacer y a enseñar,
He aquí la primera “regla básica” para
el discipulado: Primero hacer
(practicar), luego enseñar
También las Escrituras reflejan como
el Señor Jesucristo siendo hombre fue perfeccionado en obediencia.
Hebreos 5
7Y
Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente. 8Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
9y habiendo sido perfeccionado, vino a ser
autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; 10y
fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Por lo tanto el Señor Jesús no es
solamente el Maestro, es también el “Camino”, el modelo patrón, debemos seguir
sus pasos, sus maneras, su comportamiento, su amor, su disposición, sus
enseñanzas, de esto se trata el discipulado.
Entre algunas características daremos
un reflejo de su actitud como Maestro:
Isaías 42
1He
aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene
contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. 2No
gritará, ni alzará su voz, ni
la hará oír en las calles. 3No quebrará la caña cascada, ni apagará
el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. 4No se cansará ni
desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas
esperarán su ley.
Su Obra y Su Autoridad
Juan 5
19Respondió entonces Jesús, y les dijo:
De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo
que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el
Hijo igualmente. 20Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas
las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que
vosotros os maravilléis. 21Porque como el Padre levanta a los
muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22Porque
el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no
honra al Padre que le envió.
24De
cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene
vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25De
cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán
la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. 26Porque como
el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en
sí mismo; 27y también le dio autoridad de hacer juicio,
por cuanto es el Hijo del Hombre.
Al margen de lo que los judíos
estimaban, el Señor Jesús no es un maestro según las tradiciones y costumbres
de los hombres sino según el Espíritu
Mateo 9
11Cuando
vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro
Maestro con los publicanos y pecadores?
Las demandas del Maestro son:
1 Pedro 1
16porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Mateo 5
48Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Además: Aunque sea un poco extraño (a
diferencia de lo que se considera del maestro según el mundo), el Señor
Jesucristo no vino a ser servido sino a servir, y es por tanto otra “regla
básica” del discipulado:
Todo
discípulo es formado e instruido para servir no para dominar.
Juan 13
13Vosotros
me llamáis Maestro, y Señor; y decís
bien, porque lo soy. 14Pues si
yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Mateo 20
25Entonces
Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26Mas entre vosotros no será así,
sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;
28como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos.
Si bien por el Espíritu el Señor
dispuso para la edificación Espiritual de la Iglesia “maestros” (Ef 4:9; 1 Co 12:1) esto no implica que los
hombres habrán de adjudicarse el “título de maestro”, o imponerse
intelectualmente sobre los demás hermanos sino a disposición de los mismos.
Mateo 23
8Pero
vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
9Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro
Padre, el que está en los cielos. 10Ni seáis llamados maestros; porque uno es
vuestro Maestro, el Cristo.
11El que es el mayor
de vosotros, sea vuestro siervo.
Un verdadero “maestro” no está en las
instituciones religiosas, un verdadero maestro no lucra con las enseñanzas, un
verdadero maestro no se hace llamar “maestro”, “ministro”, “pastor”, o tantos
nombres y títulos que hoy en día utilizan los religiosos (conferencista,
congresista, escatólogo, dinosauriologo bíblico, arqueólogo bíblico,
ultradispensacionalista, etc) esos no son maestros según el Espíritu sino solo
“profesores bíblicos” “maestros bíblicos” que están muy lejos de ser un maestro
del bien y fiel seguidor del Señor Jesucristo.
El
DISCIPULO
“Discípulo”
es la traducción del vocablo griego (mayhthv, “madzitis” [2736]
discípulo, seguidor), más relacionado a “aprendiz” (de mayanw “madzano” aprender), que es aquella práctica
indicativa del pensamiento mejorado acompañado de esfuerzo por perfeccionarlo
en la práctica, de allí que provienen las disciplinas o mal llamado
“tradiciones”; En definitiva un aprendiz lo es por el hecho de practicar las
enseñanzas que su maestro le brinda.
Entre las referencias bíblicas
tenemos “discípulos de Juan” (Mt 9:14);
“discípulos de los fariseos” (Mt 22:16);
“discípulos de Moisés” (Jn 9:28), y
obviamente del Señor Jesús previos “requisitos” (Jn
8:31; 13:35; 15:8)
La elección
El discipulado no es una elección
humana, no depende del hombre, sino que es una elección del Señor, Él llama, Él
forma, Él envía.
Juan 15
16No me elegisteis vosotros a mí, sino
que yo os elegí a vosotros,
y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca;
para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17Esto
os mando: Que os améis unos a otros.
Requisitos básicos para ser discípulo del Señor Jesucristo y
parámetros para reconocer a un discípulo del Señor Jesús:
Lucas 14
26Si
alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no
puede ser mi discípulo. 27Y el que no lleva su cruz y viene en pos
de mí, no puede ser mi discípulo.
Lucas 14
33Así,
pues, cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
Lucas 9
23Y
decía a todos: Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada
día, y sígame. 24Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de
mí, éste la salvará.
Juan 8
31Dijo entonces Jesús a los judíos que
habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos;
Juan 13
35En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Juan 15
8En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y
seáis así mis discípulos
Para esta primera parte daremos
ciertas referencias y solicitamos que se lea previamente las dos epístolas a
Timoteo como también la epístola a Tito.
Como ya hemos mencionado
anteriormente un discípulo es una persona seleccionada por el Señor Jesús
dispuesto a pasar por el proceso de perfeccionamiento en el tiempo que tiene
como fin “impregnar” todas las enseñanzas en la mente del cristiano para hacer
de él un hombre seguidor del Señor y Maestro Jesús, al que se le reconoce por
ser un “imitador” de Él, un hacedor de la Palabra (Stg
1:22; Heb 6:12; Ef 5:1; Flp 3:17)
Juan 17
8porque
las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que
salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Juan 17
14Yo
les he dado tu palabra; y
el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
1 Tesalonicenses
1
6Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y
del Señor, recibiendo la
palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,
1 Corintios 11
1Sed imitadores de mí, así como yo
de Cristo.
El discipulado es necesario para adiestrar a todo siervo para la Obra
Espiritual
2 Timoteo 3
17a fin
de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra.
Recordando que:
Lucas 6
40El
discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado,
será como su maestro.
El concepto Espiritual de
“discípulo” encierra en sí a todas las preparaciones para los diferentes
servicios que requiere la Iglesia, es decir que todo aquel que aspira a un
servicio primero debe pasar por el discipulado y mientras puede colaborar o
cooperar en ayuda a otros que están ministrando.
Todo discípulo tiene como
objetivo servir y ser de edificación para la Iglesia, un discípulo no divide,
sino que exhorta, no estorba, sino que acompaña. El discípulo no debe ser chismoso,
ni murmurador, no debe ser hostigador, todo lo hace por amor soportándolo y
tolerándolo todo por el buen desarrollo de la congregación.
Efesios 4
11Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo,
2 Corintios 1
11cooperando
también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a
favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.
12Porque nuestra gloria es esta: el
testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de
Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido
en el mundo, y mucho más con
vosotros.
El discipulado en el Señor Jesús es
sufrido, continuamente soportando pruebas para perfeccionar la obediencia.
El discípulo pasa por un proceso que
modifica su carácter en lo social y espiritual, y esto se hace con oración y
abundancia en la lectura y meditación de las Escrituras.
Entre los caracteres básicos podemos
decir que un discípulo es humilde, sencillo, de buen testimonio, obediente,
colaborador, lleno de conocimiento, lleno de fe, lleno de sabiduría, que para
ser llamado a un servicio debe también cumplir los requisitos mencionados en
las epístolas a Timoteo y Tito.
El
discipulado comienza pero nunca termina
Para
ser discípulo se requiere:
A lo largo del discipulado
estudiaremos ciertas actitudes y requisitos que deben reflejarse humanamente y
que ahora enumeramos a modo de referencia:
a)
Conducta, Dirección, Disciplina
a.
Adoptar una postura varonil como persona y
como equipo (1 Co 16:13)
b.
Estar firme (1 Co
16:13)
c.
Ser esforzado
d.
Capacidad para Velar y perseverar en la
oración (Mt 26:41)
b)
Entusiasmo y perseverancias (Stg 1:25-27; 2 Jn 9-11)
c)
Deseo de aprender (Pr
2:1-5; 23:12; 3:1-17)
d)
Amistad y lealtad (Jn
15:12-17; Lc 11:5-10; 22:24-27)
e)
Sujeción (Tit
2:1-15)
f)
Integridad y consagración (Mt 6:24; 6:33; 10:37-39; 16:24-25; 2 Ti 2:1-10; Ef
5:15-16)
El servicio gratuito y común de todo
discípulo es:
Mateo 28
19Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén.
Mateo 10
7Y yendo, predicad, diciendo: El reino
de los cielos se ha acercado. 8Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. 9No os proveáis de
oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; 10ni de alforja para el
camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es
digno de su alimento. 11Mas en cualquier ciudad o aldea donde
entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis.
Sabiendo que:
Mateo 10
40El que a
vosotros recibe, a mí me recibe;
y el que me recibe a mí, recibe al que
me envió.
El Ejemplo de Timoteo:
La leal compañía y la fiel colaboración de Timoteo fueron de gran
ayuda en el ministerio del apóstol Pablo. A través de las Escrituras podemos
ver como desde un primer momento se estableció entre ellos una relación, que
jamás se rompió, una relación de confianza y amistad. De esa relación son
testimonio fidedigno las repetidas menciones en el libro de los Hechos (Hch 17:14-15; 18:5; 19:22; 20:4) y Pablo mismo lo
menciona 8 (ocho) veces en sus 12 (doce) cartas.
En contraposición a Timoteo tenemos el mal ejemplo de Marcos que
abandonó el servicio dejando un vacío (Hch 15:38)
que posteriormente provocó la ruptura entre la relación de Pablo y Bernabé (Hch 15:39).
Observación final
1 Timoteo 4
6Si
esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las
palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.
La
Paz del Señor Jesucristo